Una persona parada, con familia y que no puede pagar la hipoteca que le vendieron, irá a la calle y seguirá debiendo su préstamo. Pero si, teniendo contactos y altos ingresos, defrauda, se enriquece o hunde la economía, no pasa nada. Sólo una molesta presencia de cámaras y prensa que sacan a la luz, por breves momentos, sus injustificables actuaciones, aunque algunas de ellas sean de total legalidad en este mundo donde la castigadora justicia sólo es para la gente de a pie.
Usted puede ser presidente de Gobierno incumpliendo el programa con el que ganó las elecciones y seguir teniendo altos ingresos por una actividad que no ejerce. Usted puede dirigir un banco, puesto a dedo, con un salario inimaginable para el común de los mortales sumado a una pensión indecente ante las míseras que cobra la mayoría de las personas jubiladas. Usted puede valerse de su posición para hacer negocios o irse de vacaciones cinco estrellas a costa del presupuesto público. Usted puede hundir una caja de ahorros, cobrando por ello sus buenos sueldos, dietas y despidos millonarios. O también puede, tras ser elegido a dedo y con un altísimo salario, dirigir un banco que nos va a costar un riñón a cada persona de este país y no ser investigado por mentir sobre sus cuentas. Usted puede ser presidente de una Comunidad Autónoma e hipotecar sus presupuestos con infraestructuras megalómanas, como aeropuertos de los que no despegará ningún avión. Usted puede hacer fortuna traficando con armas y, con suerte, un Gobierno fiable y un 10%, lavar su dinero negro.
Hace casi cuatro años, en un artículo publicado en este periódico, ya avisaba que estaban pagando la crisis quienes nada tenían que ver con ella. Lo que no imaginaba es que quienes la provocaron se iban a reír de la ciudadanía, seguirían enriqueciéndose y que el sistema no iba a hacerse ni un ligero lavado de cara. Al contrario, no se arrepienten de nada de lo hecho en los tiempos del «España va bien» y de «la Champions Ligue», cuando cavaban, en realidad, el agujero para enterrarnos.
Ahora, y más con la intervención a que nos han sometido, tenemos a quienes se envuelven en la bandera, desviando la atención hacia cosas tan trascendentales como el fútbol o el Peñón de Gibraltar. Se provocan artificialmente polémicas inexistentes para alejar la lupa de engorrosas investigaciones o explicaciones que consideran innecesarias: total, si sólo se trata de nuestro futuro colectivo.
Que no se equivoquen. Aunque parezcan lentas, llegarán la verdad y la respuesta ciudadana a todas estas indecencias. La Historia no los absolverá. Espero que la Justicia, tampoco.
Artículo de Toni Carrasco en La Opinión de Murcia
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